¿Quieres conocer de donde viene el amor por las tortas, los pastelitos y las celebraciones? 
Mi historia no es la clásica de heredar las recetas de la abuelita, o de acompañarlas a cocinar cuando uno era chica. Ninguna de mis dos abuelas cocina. A las dos las quiero mucho y respeto, pero no tengo ningún recuerdo de nada que hayan cocinado alguna vez. Heredé otras cosas; de la Sonia el paladar dulcero, y de la Ita la sensibilidad frente a la estética de las cosas.


Pero una generación más arriba que la mía (mi mamá, mis tías y las primas de mi mamá) son cocineras de toda la vida. En verdad, más que nada mi mamá, la Paz y la Chichi.

Desde chica vi como para cada evento, por insignificante que fuera, todo se hacía en la casa. La clásica torta de bizcochuelo cubierta en merengue, los canapés, los alfajorcitos para el café, la casita de dulces para Navidad, los frascos con galletas de regalo, las mermeladas, los capachitos… podría seguir infinitamente.

Creo que la entretención que significaba para mí toda esa preparación, y después recibir a los invitados y que se fueran felices, hizo crecer mi interés por la cocina.

De a poco me dejaron empezar a cocinar.

Mi amiga Ja me enseñó a romper el huevo para separar la clara de la yema (y a comer la masa cruda del queque también).

La Lucía siempre estaba lista para ayudarme con el almíbar del merengue antes de tener Kitchen Aid.

La Kika con la Trini me dejaban ayudarlas cuando hacían las bolitas de nuez (en esa época sin nuez y con galletas museo).

Y por supuesto, en la casa de la Paz siempre pude hacer lo que quise en esa cocina (y un ejército de primas chicas de ayudantes)

El momento en que se me abrió el mundo y vi claro mi futuro fue en Argentina, entre el 2000 y 2002. En una conversación totalmente al azar, que no me acuerdo bien el contexto ni nada, me enteré de que la hermana de mi amiga Delfi estaba estudiando Gastronomía. Mi interés fue inmediato, antes de eso nunca había escuchado que uno podía estudiar cocina. Todo me hizo click en mi mente. Estaba claro que esa era mi carrera. (Ella actualmente ya no está dedicada a la cocina, pero igual le agradezco siempre esa conversación)

En el colegio siempre me fue bien, por lo que mis profesores no entendían cómo mi prioridad de carrera, en tantos test vocacionales que te hacen, era gastronomía. En mi casa pensaban parecido. Mi papá era ingeniero comercial, y con mi mamá siempre sintieron que la cocina era más un hobby que una carrera.

En resumen, me terminaron convenciendo y decidí estudiar comercial. En el foondo de mi corazón tenía la idea de quedar en College, hacer los 4 años y después entrar al Ecole. Mis planes del subconsciente resultaron y entré al College de Ciencias Sociales en la PUC.

No me arrepiento para nada. La experiencia universitaria es valiosísima. Desde salir de la burbuja que era mi colegio, la diversidad de estudios que te entrega College, y el de verdad estudiar y llenarte de conocimiento.

Pero un día, estudiando para la primera semana de pruebas del segundo semestre del último de los dos años de College (que después te podías cambiar oficialmente a Comercial si querías), me cuestioné todo.

Estaba frustrada, aburrida, no me visualizaba feliz en los años de carrera que me quedaban. Había amado mis primeros ramos de College, pero mientras más me adentraba a la ingeniería comercial como tal, más me espantaba.

Mi amiga Caro, que estaba en una situación parecida a la mía, me dijo: “pero por lo menos tú teni otra cosa que te encanta”. Y la ampolleta se volvió a aprender. Todo hizo click nuevamente.

Ese día en la noche le dije a mi mamá que me quería cambiar de carrera. Me miró con cara de loca, esperando que se me pasará con los días.

Pero no. Cuando se me mete una idea en la cabeza es díficil quitarmela. 

Investigue de todos los institutos que tenían la carrera. Hablé con exalumnos para que me contaran sus distintas experiencias. Comparé los distintos aranceles de cada una, y con College y Comercial. Recolecte toda esa información y se la entregue a mi mamá en un sobre bien gordo.

Le costó bastante digerirlo, pero finalmente me apoyó. Terminé todos mis ramos de ese semestre como me pidió y en enero del 2012 fui a San Joaquín a renunciar formalmente a la Universidad.

Los rumores dicen que pensaba que me iba a aburrir en el primer semestre, pero no me aburrí. Y hoy día es mi socia en María Manjar, por lo que ya puedo decir tranquilamente que se alegra de haberme apoyado.

Si estás en duda de qué estudiar, o en qué trabajar, te tengo algunos consejos que recolecte de esta experiencia:

  • Hagas lo que hagas, si tienes una real vocación dentro, terminarás dedicándote a eso, por muy largo que sea el camino y todas las vueltas que te des.
  • En los estudios no hay errores; siempre se gana.
  • Si tienes la oportunidad de estudiar una carrera universitaria (no técnica), hazlo. Puede no ser fácil y vas a querer abandonar muchas veces, pero persevera. No lo digo por un tema económico, lo digo por que te abre puertas. Este año quise volver a estudiar, y por tener carrera técnica, se limitaron mucho mis opciones. Fue la primera vez que me arrepentí un poquito de mi camino.
  • Sea lo que sea que hagas, hazlo con el corazón. La vida no son solo números ni competencias con el de al lado. Ojala puedas encontrar ese trabajo que te aporte más valor que solo un sueldo a fin de mes.


Me alargue más de lo que esperaba.. Espero que hayan disfrutado y recuerda: cada camino es único. Vive el tuyo intensamente y no mires para atrás con arrepentimiento. Todo lo que nos pasa, bueno o malo, nos hace ser las personas que somos hoy día.

Cariños,

Jose

Día de mi graduación del EcoleCelebración de cumpleañoscocinando en la primera cocina que arrende


Dejar un comentario

×